39. TodoeBook – Gino Lofredo

por lofredo



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Tiempo –  G. Lofredo 2010

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Mañana no es otro día, Aparicio. Mañana es lo mismo que el hoy de hace un mes. Nos limpiamos con el almanaque. Las fechas del cuento de la historia se deciden con el sorteo del Pijao de Oro. Las cuestiones pasan. Cuando fue o será es otra cuestión. El Pijao de Oro. Cambian detalles no más. Mañana llega a Riohacha el Alíjuna Presidente, Alíjuna Uribe. Como ahora viene cada dos por tres no importa de qué visita se trata. A nosotros nos gusta la lotería. Todos ponen plata en los números cada semana. Sin falta. Siempre. A veces más a veces menos. Como era con la limosna en la canastita del cura, parecido.

Yo le pongo un billete al 3182 en el Pijao de Oro porque es el sorteo histórico digamos. Todos los grandes se la juegan con el Pijao. El que me cuenta y le consta es el que fue mi profesor de historia, el mejor en lo suyo, Arturo Alape, ¿conoce? De historia se las sabe todas y las que no, bueno para las que no, está siempre el Pijao de Oro. Tengo dos números más que ya me van a salir, verá: el 1538 y el 1610, ¿le gustan? ¿Cómo se le ocurren los números? Se los sueña, seguro que se los sueña, ¿no? Cosas que uno encuentra por ahí y que se le pegan. Vea resulta que contra los Pijaos que eran indios de por Popayán hubo 3182 ataques, desbarajustes, batallas, masacres digamos, eso suma 14 es decir 5 y a mi siempre me gustó el 5, un número lindo, bueno. Ajá. ¿Y los otros?

Es que esos sangrados los hicieron justo entre 1538 y 1610. Y antes de matarlos  para quitarles las tierras les leían el Requerimiento, en latín, no faltaba más, para que se entienda. Es que no hubo ni habrá jamás lengua más precisa y certera.

“Si no aceptáis la fe, o si maliciosamente os demoráis en hacerlo, yo certifico que con la ayuda de Dios avanzaré poderosamente contra vosotros y os daré la guerra cuando quiera y dondequiera esté en mi poder, y os sujetaré al yugo y la obediencia de la iglesia y de vuestras majestades y tomaré como esclavas a vuestras mujeres, y en cuanto tales las venderé y dispondré de vosotros como a bien tengan ordenar vuestras majestades, y tomaré vuestras posesiones y os haré todos los daños y perjuicios de que sea capaz”

El Requerimiento era un poco como lo del Miranda. Lo escuchó mil veces: “Tiene el derecho a guardar silencio. Cualquier cosa que diga puede y será usado en su contra en un tribunal de justicia. Tiene el derecho de hablar con un abogado. Si no puede pagar un abogado, le será proveído uno a costas del Estado”.  Es como un cuento de Hadas, ¿no le parece? Preciso el almanaque. ¿Se da cuenta? Usted llegaba a los estados y justo lo arrestan al Tito Miranda por secuestro y violación y él confiesa. Dice que sí, que así fue. ¿Escucha la resonancia? Secuestro, Derechos, Debido Proceso. En Arizona.  Seco. Cactus. Cascabeles. Indios. La Suprema lo hizo soltar porque no le habían puesto al tanto de sus de su derecho a no abrir el pico. De todos modos a Miranda le metieron once años y cuando salió a festejar lo acuchillaron en una pelea callejera. Al que lo clavó le recitaron sus Miranda. Calladito de poco se salva. Pero lo del Requerimiento no era como en las novelas: sí lo leían en latín y ahí mismo se los cargaban a todos hasta que no quedara un macho en pie. Expedito Proceso. Con las indias era otro el cantar. Sin Miranda ni Requerimiento era el catecismo.

Esto me lo contó el profesor Alape que por si acaso es mucho más viejo que Usted Don Aparicio, no se ofenda, es que ese sí que es viejo, porque viene contando masacres desde que empezaron con el asunto. Buena gente y muy prolijo en su trabajo el profesor.

Entonces uno y cinco son seis y once diecisiete, siete y uno ocho, y el ocho que oscuro como corresponde al comienzo y a la fecha que más o menos acabaron la matanza porque seis y uno siete y uno ocho, ¿ve lo que le digo? Y con eso ya acerté el Pijao de Oro dos veces. Hay números que siempre salen. Esos no. Sólo dos veces y me tocaron a mi.

Las cosas no son del todo por que sí no más, algo siempre hay. No se sabe, pero no hay casualidad. ¿De algo hay que vivir no le parece? Mañana en la Caracol cantan el número del Pijao y allí ajustamos las fechas para que la cosa cuadre.

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Caribe 1733 from Screen– AMERICA SEPTENTRIONALIS 1733 –
A MAP of the BRITISH EMPIRE in AMERICA with the FRENCH and
SPANISH SETTLEMENTS adjacents thereto by Hen. Popple

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No se preocupe, aquí nos jugamos los días, viajamos en los sueños y lo que usted puede llamar futuro ya sucedió. Una de Cantinflas la anuncian como estreno exclusivo. Sólo en Cines.

Todavía no se metió en el mar. Pero lo huele. Aparicio Retaguardia levanta el periscopio y aspira. No está lejos. Yo le muestro. Isidro dibuja con una rama seca en la arena un contorno como un lago salado en la caldera de un volcán, salpicado de puntas de piedras que se salen del nivel cero. Esta es la Guajira. El Cabo de Vela está en la entrada de la Bahía de Portete. Desde Portete navegamos hacia el Norte. Salimos al mar abierto, en esta época el mar está tan revuelto que hasta cuando duerme se inquieta.

Fíjese que la brisa le viene de la derecha, siéntala y corrija contra la corriente que viene con el aire de lejos, del desierto, de África. Siempre sopla de allá aunque engañe en el embudo. Trae toda la humedad y se mete como una verga tirabuzón en la papaya caliente. Pero Usted navegue su moto a vela hacia el Norte, ubíquese. La Guajira desaparece a popa. Ahora estamos con ciclón y sólo verá mar y cielo gris, bochorno espeso. Una sopa marinera en blanco y negro. El ciclón lo va a zarandear y a confundir. Pero aguante canalla, aguante.

Al tercer día tendrá costa delante, llegará a una playa, beberá agua de coco y le darán de comer pescado, un trago de aguardiente y dormirá en una choza de palma en el caserío. Lo despertarán las manos de mujer negra que le untarán la piel quemada y reseca con un aceite fragante que le hará soñar con tambores y hogueras. Afuera verá las dos banderas que juntan Haití con Saint Domingue, dos corrales con cuatro lenguas, cocidos con un tramo de cerco de huesos y tripas. Eso está a tres días y tres noches al norte del Morro de la Guajira.

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Desde el Matto Grosso se extendieron los Caribes – Foto Sebastiäo Salgado – Proyecto Genesis (2009)

Pero puede que nunca llegue. Si los vientos del Este le ganan y lo empujan como casi siempre ocurre puede que delirante y medio muerto se encuentre con islas donde sólo habitan mujeres, islas de azúcar y chocolate, o la Isla del Maíz donde sólo podrá comer langosta con ketchup y algas secas. O puede que se engañe frente a Bluefields y se enamore bailando Palo de Mayo con el cuerpo untado de aceite de tiburón en la Mosquitia Nicaragüense.

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Inquietud Tropical – Foto P. Smith – Flickr (2008)

Los que no se mueren antes llegan locos y caen de rodillas. No por fe ni por pedir misericordia. Por las piernas desarmadas, las rodillas remordidas y pies en llagas. Le rodearán los cangrejos. Tratará de apoyarse en algún madero y terminará con una cruz clavada en la arena y otros encontrarán sus huesos pelados junto a los palos, darán Gracias a Dios por haberse llevado por fin al desgraciado. A veces las corrientes arrastran más y el náufrago delirante se le abre delante una laringe de boa lodosa: es la Boca del Patuca. Métase y busque con quien hacer negocio porque del Patuca sigue saliendo oro, merca, crucifijos y muñecas inflables. A los del Patuca les encantan las boinas con estrellitas. Llévese algunas para el bisnes: rojas, negras, verdes y hasta celestes. Lleve boinas. Traiga merca y pepas de oro cobrizo. Cabezas resecas, encogidas. Las de cura con balazo frontal cotizan mejor. Patuca. Madrugadas de sangre escarchada. Mañanas turcas. Largo sopor del mediodía hasta que crezca la sombra y discursen los bichos con el río. Y así puede seguir bordeando de playa en playa. Encontrará ciudades también. Yo le recomiendo que se acomode una semanita en Cancún. Cosa de estudiar ese sitio: fíjese que allí hacen peregrinaje cada año las mujeres del norte. Mujeres de todo tipo pero sobretodo grandes y pálidas.

Yo las vi. y tuve el gusto de conocer personalmente a algunas. Es algo religioso para ellas. Desde que bajan de los barcos y los aviones se empiezan a menear y a tomar aguardiente pintado con piragüitas de colores. Y desde que se instalan al sol les sale una energía tremenda. No paran de menearse y reírse de todo y arrastran al primer cabrón que les resulte simpático y se lo comen. Así como le digo se lo tragan vivo. Impresionante la gente que desaparece en esos sitios. Y Usted que conoció algunas, ¿cómo se salvó? ¿Cómo se defendía? Usted sabe, hay que ser fuerte y rápido. Primero que aspiren y tomen el aguardiente de colores. Entonces es como amansar caballos, hay que darle y no soltar, correrlas por el llano, hasta que estén cubiertas de espuma, el cuerpo y la boca, como rabiosas.

Cansarlas hasta que se les aflojen las piernas y le den un respiro a sus riñones. Usted lo siente porque dejan de apretarlo como serpiente. Ese es el punto merengue. Ahí les viene un sueño corto a las cara pálidas y entonces Usted agarra lo que puede y huye. Huya por la puerta si está sin traba, por las ventanas si alguna está abierta. Rompa las paredes si no hay otra. Huya por el hueco y corra hasta llegar a una playa con canoas y métase al mar y nade o reme y aléjese antes que la doña se despierte, porque ellas huelen lo que les dejó adentro y lo siguen como sabuesos en celo y créame que si no se mete lejos mar dentro lo encuentran y ahí no tiene escape.

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Bicicleta Guajira –  Santiago Harker

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Hojas de Ruta

ISBN: 9780984525621
Autor: Gino Lofredo

Hojas de Ruta es una novela ilustrada de viajes y aventuras. Su autor Gino Lofredo logra con sorprendente acierto, ironía y desopilante humor cruzar las fronteras entre géneros y construir un producto único. Hojas de Ruta tiene la potencia de un híbrido: fotos, mapas, ficción, hechos reales y voces ricas en individualidad que transcurren por conexiones temporales e inesperadas. Candide en la Tercera Edad rodando en Moto por Colombia y América Latina. ¿Quién es Aparicio Retaguardia? Un doble agente, un ingenuo reportero, un solitario motociclista jubilado, una versión senil de Tintín, o un Papá Noel que recorre América Latina sobre dos ruedas: Don Aparicio es todo ello, y a la vez, ninguno. Hojas de Ruta gira en torno al viaje que realiza este personaje tras aceptar una riesgosa misión, desde el sur equinoccial de Colombia hacia el desierto de La Guajira, hasta la frontera con Venezuela. En los distintos sitios de arribo, Aparicio tiene la sabiduría de un palabrero Wayuu y la ironía de un diablillo que hace autopsias en vivo a los engaños del mundo criollo. Solamente estos rasgos esquizoides permitirán transmitir con fidelidad enrevesada las facetas de un continente. Hojas de Ruta sobrepone a la linealidad del viaje, las realidades paralelas de la memoria y las curvaturas del tiempo mostrando en Colombia algunos rostros de América Latina: violencia mercenaria, gente asombrosa y geografía imponente… Las aventuras de Don Aparicio evocan a la distancia a Candide, a Kerouac, al Easy Rider de Dennis Hopper y Jack Nicholson y al filósofo de Zen y el Arte de la Mantención de la Motocicleta. Todo desde una cuarta edad que no se resigna.

1. Portal de las Estrellas
2. Cruz del Sur
3. El Desierto Protector
4. Pijao de Oro y Almanaques
5. El Mago de Palmira
6. Maicao: Testigos Presenciales
7. Pájaro Rengo
8. Inolvidable Portete Bahía
9. Fuga de Acordeones
10. Pase sin Compromiso
11. Mecánica Sócrates y Juventus Spa
12. My Favorite Things
13. Mandrágora, Almizcle y Sándalo
14. Santa Gaza de Palestina
15. Complícame la Trama, Baby
16. Cambio de Bases
17. Le Business Model del Secuestro
18. Trastienda de Arenas Betancourt
19. Fantasías de Medellín
20. Trastienda de Fangio
21. Fondo de Ojo, Confesión en Seco
22. El Almirante, las Perlas y el Fraile
23. Pueblo, Riel y Carbón
24. Cambia, Todo Cambia
25. Despiste de Madrugada
26. Piernas, Cintura y Arrastre
27. La Trastienda de Satanás
28. Acople, Credos y Padre Nuestros
29. El Triangular de Job
30. La Máscara Roja
31. Precisas Instrucciones
32. Rapsodia de Sísifo
33. El Gran Escape
34. Gasolina Express

Autor:

Gino Lofredo nació en Argentina en 1948. Desde1963 vivió en California y cinco años más tarde se graduó de ingeniero industrial en la Universidad de Berkeley. Se especializó en relaciones internacionales en Johns Hopkins SAIS. Ha sido corresponsal en Washington DC, México y América Central para Le Monde Diplomatique, Latin American Newsletters, El Día, Uno Más Uno y El Periodista de Buenos Aires. Ha dedicado parte de su vida al trabajo en emergencias complejas en América Central, el Caribe, países andinos, África Austral y Madagascar. En 1988 publicó su primera novela, Obediencia Debida, luego Tráfico de Identidades (1991) y Conjunto Privado (1998). Lofredo es motociclista y, desde 2002, recorre América del Sur entre Tierra del Fuego y la Península Guajira en su Africa Twin XRV750. A raíz de estos viajes nace su cuarta novela: Hojas de Ruta.

El 12 de Octubre de 1492 marca el términó de la vida autónoma de las sociedades aborígenes americanas y comienza el doloroso exterminio, físico y cultural, de millones de hombres y mujeres de las poblaciones originarias americanas.

Neruda: «Los carniceros desolaron las islas./ Guanahaní fue la primera/ en esta cadena de martirios./ Los hijos de la arcilla vieron rota su sonrisa, golpeada/ su frágil estatura de venados,/ y aún en la muerte no entendían,/ Fueron amarrados y heridos,/ fueron quemados y abrasados,/ fueron mordidos y enterrados./ Y cuando el tiempo dio su vuelta de vals,/ bailando las palmeras,/ el salón verde estaba vacío…»

El Holocausto de los indígenas americanos a causa de la conquista hispana, sólo puede ser comparado en número y sufrimiento al de los millones de africanos negros desarraigados, asesinados y esclavizados en América. En México, sólo entre 1519 y 1532, de los 25 millones de indígenas originarios desaparecieron ocho millones de personas. En la Isla de Quisqueya o Haití (Haití-Santo Domingo), entre 1492 y 1520, del millón de indígenas originales desaparecieron 986.000 personas, víctimas de la violencia física, de los maltratos, de la viruela y otras enfermedades contagiosas introducidas por los castellanos [5].

Para conseguir una población de reemplazo, muchos españoles se dedicaron a perseguir y capturar indígenas designados como caribes, en el litoral venezolano, los cuales eran luego vendidos como esclavos en la Española y Puerto Rico [6].

Los pueblos caribes: una etnia-nación
por Mario Sanoja Obediente*, Iraida Vargas-Arenas*

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